No les voy a mentir, en un tiempo remoto cuándo podíamos respirar tranquilamente el “compañerismo” del transporte público sin la necesidad de utilizar una mascarilla o las manos resecas por el uso de alcohol fuimos a la mitad del mundo.
-Hago un pequeño paréntesis para recordar-, ya que hace un año veíamos en las noticias como en un lugar recóndito de China un nuevo virus tomaba fuerza, aún recuerdo las palabras de uno de mis hermanos, “qué va a llegar acá”. Pasamos una “normalidad” de aproximadamente dos meses en los que incluso celebramos masivamente las FFF en Ambato. A la siguiente semana de pasar el feriado de carnaval escuchamos del “paciente 0” en Guayaquil y mientras estaba en búsqueda de materiales para un prototipo en la capital me llamó mi madre asustada, “ya hay un paciente en Quito”. Solo podía pensar - esto se va a descontrolar-. No pasó mucho tiempo, en los primeros días de marzo volvía de Baños de Agua Santa organizando facturas con la noticia de que en dos días íbamos a entrar a cuarentena. Así que sin dinero, con deudas, poca comida y sin opción a nada me encerré en casa.
Lo que creíamos que iban a durar solo 15 días rápidamente llegó al trimestre. Recuerdo que mi abuelita solía decirme “pata caliente”, por lo que este fue el período más largo que había pasado sin salir, me sentía como “diablo en botella”. Por ello fui considerado “el sacrificio” para ir caminando a las largas filas para comprar algo de comida. Se veía en los ojos de las personas inquietud por la desconfianza, compraban poco para volver brevemente a su hogar. Con mis ahorros pague dos cuotas de la tarjeta pero el tiempo pasaba, habían gastos sin ningún ingreso. No era el único, escuchaba entre familiares y amigos como esta situación se repetía… Hay muchas cosas que contar, aunque se va a convertir en otro tema. Quizás si alguien desea puedo describir con relatos cortos las experiencias de mochileros durante la pandemia. Por ahora regresemos a aquel “universo” de hace un año.
CIUDAD MITAD DEL MUNDO
Para llegar en bus debes dirigirte desde la estación de la Ofelia por 50¢, te quedas en la última parada. -Y ahora abro un debate-. Para llegar a la Ofelia desde el Sur, -para nuestros queridos foráneos como nosotros- les doy varias opciones (si conoces mejores coméntalas):
· Desde Quitumbre – Tomas el Corredor a Seminario y te quedas en la U central – Tomas el Corredor a la Ofelia.
· Desde Guamaní – Tomas la metro de las Universidades y te quedas en la U central – Tomas el corredor a la Ofelia.
· Por el norte desde el triángulo de Guayllabamba tomas el corredor con dirección a la Ofelia.
· En auto tu objetivo va a ser cruzar Calderón hasta Pomasqui y llegar a la Av. Manuel Córdova Galarza para seguir al norte por unos 20 min.
Volvamos nuevamente, en la última parada verás un redondel, del lado izquierdo el antiguo edificio de UNASUR y a la derecha nuestro destino. Para ingresar hay distintos valores de ticket, van desde los $5 solo ingreso o los $10 con derecho a una barra de chocolate amargo o semi amargo, una cartilla para sellar y el museo ecuatorial que está dentro del monumento central. Aunque ahora tienen un descuento fabuloso $5 con acceso total –Sino lo conoces es tu oportunidad-. Bueno, nosotros fuimos por la experiencia completa acompañados de un estupendo dulce que nos lo terminamos en otra salida al Castillo en el Chimborazo.
Tener una pierna en cada hemisferio, sostener el gran globo terráqueo en tus manos, caminar de norte a sur en un par de segundos, son algunos “Post” icónicos de quien visita La Mitad del Mundo. Tras las fotos que no pueden faltar, subimos al obelisco para encantarnos con la vista panorámica. Después nos adentramos a recorrer las curiosidades científicas. Vimos nuestro peso en la luna o distintas partes de la tierra, ojo en la línea ecuatorial pesamos menos. –trampa, jajaja-. En el complejo hay diferentes espacios para disfrutar y aprender. Adéntrate al estilo de vida ancestral de las comunidades del oriente, costa y sierra ecuatoriana. También tienes el museo del chocolate en donde recorrerás la historia de este mítico fruto del cacao hasta su conversión a la barra que disfrutamos. E incluso puedes participar de la elaboración de cerveza artesanal, al observar como los granos de cebada junto a distintos ingredientes se convierten en “ambrosía”.
Junto tenemos los museos tradicionales, allí podrás ver algunas obras del maestro Guayasamin o descubrir algunos de los instrumentos que utilizó la geodésica francesa para determinar la ubicación de la mitad de mundo. Si te da hambre, puedes degustar comida tradicional o recorrer los diversos puestos de artesanías mientras un grupo toca música andina en vivo. Algo muy interesante que nos atrajo es la cartilla que debes ir sellando en cada área y tenerla como recuerdo de haber visitado este estupendo lugar. Así después de disfrutar del recorrido y con los últimos rayos de sol de la tarde recordé que de niño soñaba con ser astronauta al mirar las proyecciones del planetario.
No queda un lugar por conocer antes de pedir a un “científico competente” que nos ayude con un criterio en nuestra BÚSQUEDA DE LA VERDADERA MITAD DEL MUNDO. Siguenos y suscríbete para más contenidos.
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