Acampar sobre un horizonte de nubes hasta donde alcanza tu vista, sentir la tranquilidad con espectaculares atardeceres y el cielo estrellado es lo que encontrarás en el Cerro Puñay. De esta forma fue como nos enteramos de este espectacular lugar. Sin opción a dudas debíamos conocerlo, así que tras salir de un nuevo confinamiento de cuatro fines de semana nos decidimos por volver a recorrer nuestro querido Ecuador. Con nuestra carpa –es para cinco personas llena casi toda mi mochila-, ropa impermeable, sleeping y comida para dos días nos fuimos acompañando a los chicos de la Carrera de Turismo de la Universidad Técnica de Ambato. Son chéveres y se presentó una oportunidad que no íbamos a dejar de lado aunque el no haber hecho ejercicio por un tiempo y el pensar –cerro nomás es- nos pasará factura -Jajaja-.
Primero les cuento, para legar desde el norte debes cruzar la Panamericana E35 por Riobamba, Colta y Alausí, pasar unos 20 minutos de Chunchi al Poblado de Santa Rosa. Allí un letrero te indicará la entrada al Cerro. Si vas en Bus, planifica muy bien tu regreso ya que los buses a las ciudades grandes pasan cada hora. En este punto de la vía, recorres 15 min por una calle secundaria hasta un pequeño control comunitario donde cobran $1 el ingreso por persona y un adicional si dejas guardado tu auto en el parqueadero.
Fue interesante descubrir durante la última parte del trayecto –a los tiempos- como poco a poco iba apareciendo la “trepada” que nos aguardaba. Ya que a la distancia aparecían unos pequeños puntitos de un grupo anterior que ya recorrían el serpenteante camino. El transporte nos dejó junto a iglesia. Arreglamos un poco nuestras mochilas, buff estilo karate y a caminar. Así antes de iniciar el sendero hay unas pequeñas tiendas donde puedes comprar agua o algún snack.
El clima nos acompaño mucho, estaba templado y con sol nublado. Muy agradable, pero en serio les cuento no es para nada bueno subestimar la caminata. Este recorrido lo colocaría en nivel técnico bajo y esfuerzo medio por el peso que llevas para acampar. Lo que si es una sola subida de 2 horas por un sendero muy marcado, imposible perderse a menos que se te ocurra tomar un atajo –no lo hagas-. Algunos aparentes caminos son creados por la lluvia y no llevan a ningún lado, solo vas a terminar regresando al camino principal o lastimarte. Sabes, mejor disfruta la paz, naturaleza y los detalles –habían un centenar de flores andinas de múltiples colores- y abejorros negros –ya no se encuentran-.
Siempre digo lo importante es recorrer el camino. Por ello y tras varios descansos –en serio ha hecho falta salir a trotar- llegamos a la zona de camping. Buscamos una de las varias zonas porque había “casa llena” y rápidamente armamos la carpa -Pilas con los tips de CM para acampar-. Sin pensarlo dos veces agarramos la cámara en búsqueda del mejor ángulo de la montaña y salimos corriendo a capturar el paisaje.
Caminando como niños en una dulcería recorrimos la meseta de la montaña. Y el resto de la tarde estuvimos sentados, fotografiado y mirando el ocaso. Fue mágico el atardecer cuándo el sol transformó los colores de las nubes entre rojos y naranjas antes de ponerse. Sin lugar a duda –valió la pena cada segundo-. Entrada la noche pasamos conversando junto a la fogata, el cielo estaba despejado para ver una par de estrellas fugaces –parece que si me hacía falta salir-. Después de unas horas la neblina empezó a subir hasta oscurecerlo todo. Simplemente puedo decir que fue un estupendo día para campar.
Anímate por recorrer nuestro querido Ecuador, hay lugares que son una bestia y muy muy baratos. Si te gustan nuestros relatos suscríbete y comparte. Nos apoyas a seguir generando más contenidos y pilas que vamos subir sobre nuevos sitios mágicos para acampar.
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